sáb. Abr 20th, 2024

¿Que si soy el Sr. Rayón?

Escrito por: Sr. Rayón || En Facebook: Perfil Sr Rayón

Ilustrado por: Diego Portilla || edipotown@hotmail.com

Sí, el porqué ni aún yo mismo lo sé. Es quizás la batería extra para una linterna en una cueva oscura, es el motivo para regresar a la esperanza, es un sentido de vida. Es el acceso a la vida misma, a esa que está al desnudo, a la que puedo tocar, sentir y ver (así sea a través de un visor) sabiendo que no es de mentira. Es un paréntesis en medio del ruido mundano, de la distracción familiar cotidiana, de las amistades electrónicas, de la risa cómoda, del autoengaño que sirve de propósito para continuar respirando.

¿Hacia dónde voy? ¿Hacia la acumulación de experiencias soportadas en un imaginario de felicidad que puede ser comprado? La brisa en la cara desde el punto más alto en Siena, una fotografía con un desconocido que sonríe en un mercado cualquiera, una conversación sobre literatura en el paradero de un metro… ¿el éxito profesional? Un portarretrato que tu madre pone en su mesa de noche para irse a la cama con una sonrisa, sabiendo que con su obra y dedicación constante fue el camino de su hijo a un lugar más alto que el que ella podría haber siquiera imaginado, como si cada generación fuera una pequeña extensión hacia el pedestal cada vez más alto donde se ubica el éxito. Con cada hijo crece la imaginación, quizás de eso pueda sentirse orgulloso cualquier padre, llegar más lejos es imaginar más. Sr Rayón es la puerta de entrada a la imaginación, impone la necesidad de abandonar el letargo de lo ordinario, de lo ficticio, de las distracciones novedosas y brillantes.

Renuncio a buscar mi libertad a través de la manada, si bien me preocupa algo más que mí mismo, el sentido de mi vida no se lo debo a nadie más que a mí, huyo a creer que sea el típico individualismo que denuncian algunos de los que se sienten afectados por el actuar de mi alter ego (que quizás es más mi verdadero yo), creo que es más bien una reivindicación de la importancia del individuo en una sociedad de masas. Cada cual le fija un marco de sentido a su propia existencia, algunos respiran del mismo aire con otros y les llaman “amigos”, sus marcos de imaginación, sus condiciones de posibilidad, sus preocupaciones son similares; quizás es sólo el estilo del actuar, la estética asociada y el nombre lo que varía, pero en el fondo es lo mismo, los “mamertos”, “los fachos”, “los ñoños”, los del club, despliegan ante el otro el catálogo del que están provistos, esperando encontrar más semejanzas que diferencias y buscando la unidad en una causa cualquiera.

Preferí la relativa soledad desde pequeño y entonces recorrí otras posibilidades de sentido: el conocimiento, dispuesto a dar de mí (literalmente) para recibir a cambio, conocimiento: líneas teóricas, datos fríos, ser una esponja; pero no, al final de mi colegio y, de nuevo, al final de mi carrera universitaria concluí que no es eso lo que me daría sentido. No es la acumulación de saber, ni de dinero. Tampoco la del placer personal, de nada sirve el sonido de la saliva bajando por mi garganta en la oscuridad, quiero escuchar al mundo sin hablar, ver directo a los ojos al otro y acceder al mundo a través de ellos. Con Rayón puedo ser la nariz a la que todas las flores se inclinan, accedo excepcionalmente a todo lo que puede darme el mundo, atravieso la máscara, la apariencia, mi disfraz invita a desnudarnos, sin él soy el cada vez más el simple humano que nunca quise ser. El imperativo de la diferencia se concreta en él. Jamás había establecido tantos y tan ricos puentes con los demás, abrieron sus compuertas para Rayón, y silenciosamente entré, compartieron conmigo la desnudez pese a sus ropas. Es la parte del mundo a la que no puedo acceder a través de una enciclopedia, ni a través de un acto de fe cuando creo en lo informado en una publicación científica, es algo que toco sólo yo ahí.

Necesito al otro para ser libre, al otro puedo ofrecer apoyo, escuchar auténticamente. Eso significa, para mí –su operario- el Sr. Rayón, lo cual no compite con los propósitos utilitarios que le han sido asignados y que justifican su obra al margen de sus entrañas. Propósitos que no son importantes en esta confesión, y de los cuales mucho se ha especulado, inventado y a veces acertado.

 

Anotaciones para mí:

/La máscara y los guantes me permiten tocar lo que como simple humano no tocaría ni olería, es el punto medio perfecto entre la misantropía del humano y la filantropía del personaje/.  

A %d blogueros les gusta esto: