Debido al cumpleaños número treinta de la revista, no pudo ser más coherente escoger una película, cuyo estreno fue sólo un año después de nuestro nacimiento como proyecto. La estrategia del caracol ha sido referenciada innumerables veces y es un hito en la producción audiovisual colombiana. En esta ocasión tratamos de dejar atrás los análisis estructurales para centrarnos en ciertas metáforas y, sobre todo, las sensaciones que nos produjo la obra. La nostalgia condujo nuestro camino y esperamos disfruten del resultado. Reconstruimos unas ciudades que, aunque la mayoría no vivimos, conocemos y memoramos cuando recorremos las calles con fachadas inalteradas pero, ¿cuál es tu memoria capitalina?
En Bogotá algunas localidades son reconocidas por sus espacios culturales, como Teusaquillo, La Candelaria, Chapinero, Barrios Unidos y Santa Fe, que se caracterizan por una atmósfera artística que proviene de la comunidad y de cómo se apropian del área. Eso hace que asociemos ciertas zonas con ciertos planes, como ir a ver obras de teatro, danzas, conciertos o galerías. Como si el arte no fuera parte de nuestra vida diaria. No obstante, hay propuestas que deciden romper con esta distancia a la que están acostumbrados aquellos que no habitan en esta atmósfera artística. Una de estas propuestas es la Galería Cultural a Cielo Abierto de la Mesa Local de Artistas Plásticos y Visuales de Suba.
Algunas de las presentaciones de ese día.
Algunas de las presentaciones de ese día.
Algunas de las presentaciones de ese día.
Algunas de las presentaciones de ese día.
Como el nombre indica, esta galería no se halla aislada del mundo en un edificio, sino que está al aire libre, en medio de la Plaza Fundacional de Suba. Se apropian por un día del espacio, de modo que músicos, bailarines y cuenteros puedan presentarse. Cuando llegas allá se ven varias carpas en las que los artistas exponen sus trabajos y los ofrecen al público. Al acercarse a una de ellas eres recibido por una obra hecha con mucho amor y esfuerzo, y por un artista orgulloso dispuesto a contarte todo lo que hay detrás de ese proyecto.
Llegas a conocer desde los más experimentados profesores de artes plásticas, con varios estudios detrás, como Miriam Romero, Juliana Cuéllar o Armando Jiménez, todos con décadas de trayectoria encima y que están dedicados a enseñar y hacer arte. También descubres al estudiante que recién empieza su carrera artística, como Franco González, que lleva menos de un año haciendo hilorama y ofrece su trabajo a quien desee verlo. Incluso logras admirar a la mujer que ha aprendido todo por ella misma, como María Carmen Torres o Camila Andrea Muñoz, ambas llenas de pasión por lo que hacen y cuya trayectoria no incluye una academia artística, pero sí la misma determinación y esfuerzo que cualquier otro creador. Eso te recuerda que aquella obra no surge de la nada, sino de la infinita creatividad humana. Y no es solo que seas capaz de interactuar con los expositores; te acogen y te llenan del sentimiento cálido del hogar.
Los expositores, llenos de amor por su trabajo.
Los expositores, llenos de amor por su trabajo.
Los expositores, llenos de amor por su trabajo.
Los expositores, llenos de amor por su trabajo.
Los expositores, llenos de amor por su trabajo.
Los expositores, llenos de amor por su trabajo.
Los expositores, llenos de amor por su trabajo.
Los expositores, llenos de amor por su trabajo.
Los expositores, llenos de amor por su trabajo.
Los expositores, llenos de amor por su trabajo.
Los expositores, llenos de amor por su trabajo.
Los expositores, llenos de amor por su trabajo.
Iniciativas como la Mesa Local de Artistas Plásticos y Visuales de Suba son lugares que te liberan de la rutina y te sanan del estrés. El arte tiene ese efecto terapeútico, y las galerías lo reúnen en un sitio para que todos lo puedan gozar. Apoyar estos espacios beneficia tanto a los artistas que los conforman como a nosotros como público. Así que ¿qué esperas? La Galería Cultural a Cielo Abierto es el tercer domingo de cada mes, en la Plaza Fundacional de Suba. ¡No dudes en visitarlos!
Entre más lo pienso, más estoy seguro de que ese incontrolable deseo de viajar es una quimera más de estos tiempos, en especial porque ahora no es tan necesario como antes. Esto lo sé desde muy pequeño. Cuando mi papá me llevaba a acompañarlo en su ruta Bogotá-Barbosa, me contaba que sus abuelos se demoraban entre dos o tres días en llegar en burro a la ciudad.
“Dolor”, “injusticia”, “angustia” son palabras ancladas en nuestro vocabulario cotidiano. Pareciera que nada nos conmueve, nos hemos vuelto indiferentes ¿todo está perdido? ¿naufragamos en nuestra propia sangre?
Como la mayoría, me encontré con la obra de Paola Rojas H. a través de las redes sociales y de conocidos que compartían sus fotografías. Primero sentí sobresalto, pues apreciaba el minimalismo de recursos llevado al extremo de la optimización en cuanto producción. Sus fotos son simples, no tienen muchos adornos, pero a la vez, y gracias a su ojo, son increíblemente complejas y llenas de significados.
Desde el pasado 22 de abril hasta el 24 de junio del presente año se expone en la galería NC-arte, en el centro de Bogotá, la exposición A un brazo de distancia de la artista argentina Amalia Pica.
Entrar y contemplar. Tal es la actividad regular en un museo tradicional. Las obras eternas nos miran y se dejan fotografiar, dibujar y adorar. Por más deseo de entablar un diálogo o de querer oír la voz del artista explicando su obra, nos vemos limitados al plano de observación y todo el río de preguntas se arremolina en nuestra cabeza.
La otra noche tuve un sueño. Había sido abandonado por la musa de la escritura y llevaba cerca de dos días intentando escribir algo sin ningún resultado favorable. Uno sobre otro, se amontonaban los garabatos sobre las hojas en el pequeño escritorio de mi alcoba y el sueño me atrapó en medio del cansancio y el desorden que deja la búsqueda de la creatividad.
«Era algo así como ‘Sábalo. Ensamble’ Tenían que ver con los peces que se pescan por allá en el pacífico y toda la cosa. Quizá no era tan sonoro. Nosotros pensamos que “Zambó”, una acentuación de la palabra “Zambo” con la fuerza en la “o”, se presta para que suene más sonoro, más llamativo. Quizá más negro…»