
24 hour party people
Presupongo que al estar leyendo esta opinión, sumercé sabe que significa Manchester en la música contemporánea.
Escrito por: Juan Carlos Lemus || elmohan@me.co
Fotografía por: Angélica Conde || angelicacondeg@gmail.com
Ilustración por: KAHOS/Nicolás A. García D. || nikore.agd@hotmail.com
Título || 24 hour party people
Año || 2002
País || Reino Unido
Director || Michael Winterbotton
Reparto || Steve Coogan, Paddy Considine, Shirley Henderson, Lennie James, Sean Harris, Andy Serkis.
Género || drama. Comedia. Música
Presupongo que al estar leyendo esta opinión, sumercé sabe que significa Manchester en la música contemporánea. Si no lo sabés es porque o apenas te estás interesando por conocer los porqués, cómos, cuándos y dóndes de los sonidos; o porque solo la has disfrutado sin ir más allá. Cualquiera que sea la situación, fresqueate que no pasa nada, esta película te sabrá llegar bien. Da por sentado que mucha de tu curiosidad será calmada y te generará más; en tanto que Winterbotton nos hace un excelente trabajo de síntesis para mostrarnos dos décadas en la historia musical de Madchester.
Ha habido momentos en la historia en que la magia de lo espontáneo explota en genialidad. Instantes que cambian el mundo: lo iluminan, hacen que renazca
Por ahí empieza la cinta: la música, el baile, la gente indicada que se encuentra en el mismo lugar, en un concierto de Sex Pistols. Y las personas que se toman a pecho la vaina y gracias a ellos, a los que nos gustan los sonidos contemporáneos, aún sentimos los agradables coletazos de esa noche.
Es Tony Wilson (Steve Coogan) —uno de sus célebres protagonistas— el maestro de ceremonias de esta película. Un MC que con finísima ironía nos enseña mientras la película se pasa volando. Es como ir a una fiesta con los protagonistas de un momento histórico. 24 Hour… no es un ladrillo catedrático, es pura diversión en la que tenemos la dicha de ver a Joy Division y sus hijos New Order, Blue Monday sazonados por —las eternas compañeras del, lo que llamo por comodidad, Rock— las drogas con sus bogas y resultados conocidos. Además están los sitios que se saben hacer emblemas: Factory y La Haçienda. Cada uno supo marcar una tendencia, un sonido, una manera de disfrutarlo y bailarlo. Como si faltara algo, está el sello musical: The Factory Records, o —sin sonrojarme— el New Wave por antonomasia.
El largometraje, sin ser un documental, casi logra ser un registro histórico del sonido Manchester y un poco más; en tanto que si con la música no fuera suficiente, en el transcurso del metraje nos enteramos, con finos pincelazos, de lo que va pasando en la ciudad, y encontramos cierta explicación a la magia en el desasosiego, el tedio, el thatcherismo y la falta de oportunidades. Podemos entender el mito y los dolores por los que la ciudad pasó para ser capaz de parir a semejante prole, que junto a los ya mencionados arriba, incluye a OMD, The Smiths, The Stone Roses, entre otros.
¿Mucha cosa para 117 minutos? Sí y no, porque el director y el guionista lo saben hacer y la credibilidad de los actores no te dejan perder. Puede ser que el gusto por ese sonido específico me haga tenerle una consideración especial a esta película, probablemente a personas con otros interese esta cinta resulte intrascendente;
pero si vos sos de los míos, agarrate y disfrutala, porque acá está explicado parte de ese todo que es el gran sonido de Manchester.