
Arte y baile
Escrito por: Daniel Mauricio Vanegas || danielm.vanegas94@gmail.com
Entrar y contemplar. Tal es la actividad regular en un museo tradicional. Las obras eternas nos miran y se dejan fotografiar, dibujar y adorar. Por más deseo de entablar un diálogo o de querer oír la voz del artista explicando su obra, nos vemos limitados al plano de observación y todo el río de preguntas se arremolina en nuestra cabeza. Al respecto, el performance ofrece un punto distinto. El artista está presente, vemos su qué hacer artístico en práctica: salta, grita, canta, se golpea, corta y habla. Sin embargo, la distancia entre artista y público generalmente nunca se rompe y el momento artístico se queda ahí, en ese lapso de tiempo en que el performer llevó a cabo su obra, generando un recuerdo al cuál debemos acudir repetidamente para buscar una respuesta al nuevo río de preguntas. En este sentido, la obra Retrospectivas con estudiantes de la Maestría interdisciplinar en Teatro y Artes Vivas de la Universidad Nacional por Xavier Le Roy, abre un diálogo distinto entre público, artista y obra.
Le Roy es Ph.D. en biología molecular, quien, al momento de escribir su tesis doctoral, recibió clases de danza. Este salto de la ciencia al arte en 1991 llama la atención, pues su obra Retrospectivas, reúne más de veinte años de obras que han sido expuestas en museos de España, Estados Unidos y Francia, entre otros, por lo tanto, permite que el público conozca de cerca la evolución de su obra. En primer lugar, si bien las coreografías fueron elaboradas por Le Roy, eran los estudiantes de la Maestría en Teatro y Artes Vivas quienes las llevaban a cabo.
En total, eran 13 performers que actuaban desde la apertura hasta el cierre de NC-Arte, espacio que acogió la obra para su exposición. Día a día presentaban en simultáneo cuatro obras, las cuáles iniciaban cada vez que un nuevo espectador ingresaba a la sala. La experiencia era impactante, pues el público ingenuo era confrontado por los artistas, quienes lo rodeaban, poco a poco, caminando en cuatro patas como felinos, luego indicaban el año en que fue elaborada la obra, las cuáles iban desde 1994 hasta 2016. Cada performer se retiraba a una esquina y empezaba nuevamente su labor. El desgaste físico era evidente, por lo tanto, el segundo piso fue destinado para que el performer dejara de ser performer y fuera otra vez un estudiante regular, con el cuál se podía hablar y preguntar sobre su vida y sus razones para seguir día a día en la obra. Particularmente, hablé con Jesús Marín, quién explicaba que cada obra expresaba la comunión entre la experiencia detonadora de Le Roy, bajo la cual se originó la obra, con algún episodio de cada estudiante. Por lo tanto, cada uno se apropió de cada interpretación, reelaborando su performance, llevando a cabo lo que Le Roy consideró como el “pensar como una experiencia corporal”. En esta medida, cada estudiante se vio en la tarea de replantear su episodio personal y ponerlo en función de la obra asignada, para así expresar dos puntos de vista. La libertad que el biólogo molecular les brindó, era igualmente retadora.
Cada uno se apropió de cada interpretación, reelaborando su performance, llevando a cabo lo que Le Roy consideró como el “pensar como una experiencia corporal”.
Ahora bien, desde un punto de vista distinto, en conversación con la directora curatorial de NC-Arte, Claudia Segura, fue evidente que la obra del francés entraba en comunión con un proyecto más grande. Este recinto se presenta como un espacio de arte moderno, pues se aleja de la galería de arte común, lo cual es evidente con la relación entre el público y la obra Retrospectiva, por ejemplo. Desde su labor curatorial, Segura afirmó que, a lo largo del año 2017, las obras llevadas al recinto reflexionarán sobre el cómo mirar el arte, temática reunida en el año del “código y el lenguaje”. Específicamente, la obra de Le Roy ofrece una autoría diseminada, donde el espectador se acerca al performance a partir de una cotidianidad, lo que se logra desde la repetición permanente de las obras, por ejemplo. La temporalidad junto con la palabra, pues unas obras implican la narración del episodio personal bajo el cual se elabora su performance, retan al espectador, borran la resistencia corporal del ejercicio contemplativo regular de los museos, y, finalmente, plantean la incógnita de dónde ocurre lo artístico. En Retrospectiva, sería errado ubicar en un solo momento este hecho. Lo artístico puede entenderse como la comunión en lo planteado por Le Roy, sobre el cómo expresar el pensamiento como una experiencia corporal, que no sólo recae en el performer, sino en el público. Su libertad de acercarse a la exposición en distintos momentos, sabiendo que sería distinta, pues así fuera la misma obra era interpretada por un estudiante distinto, apelaba a una reflexión permanente. Incluso, de si es posible poder identificar el arte en un solo momento. Los performances de Le Roy invitan, finalmente, a entender el arte como parte de la cotidianidad, a buscar cómo se crea día a día, tanto en el artista como en su espectador.
Desde su labor curatorial, Segura afirmó que, a lo largo del año 2017, las obras llevadas al recinto [NC-Arte] reflexionarán sobre el cómo mirar el arte, temática reunida en el año del “código y el lenguaje”.
Links || Xavier Le Roy / NC-Arte
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